La empatía es: ponerse en el zapato del otro.
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La empatía es: ponerse en el zapato del otro.
¿Y el otro zapato? No, no se nos olvidó. El otro zapato es el propio.
En ese sentido, la expresión de Will Wise, experto en temas de comunicación: “caminar con uno de los zapatos del otro mientras también se camina con uno propio” nos ha ayudado a comprender mejor de lo que se trata la empatía.
La empatía además de ser una emoción clave para relacionarnos de manera efectiva, comienza por ser una decisión personal en la que eliges observar bajo la perspectiva del otro a pesar de que tengas tus propias verdades y experiencias. En lugar de sentarte frente a la otra persona te sientas a su lado para conectar con ella.
Hemos visto como es usual que en nuestros espacios laborales y personales hayamos ido adoptando la palabra empatía deportivamente, muchas veces sin darnos cuenta. En diferentes estudios que hemos realizado para identificar oportunidades en el desarrollo de los equipos e indagamos sobre lo que necesitan para comunicarse mejor o trabajar colaborativamente, una de las principales respuestas es: “Ser más empáticos, ponernos en los zapatos del otro” y… ¿realmente lo somos?
La empatía va más allá de reconocer cuando el otro está pasando por un mal momento, es más que darle ánimo o presentarle soluciones o consejos. Al actuar de esta manera, más simpática que empática, podemos estar dejando a un lado lo que realmente necesitan. Una buena noticia es que si queremos mejorar nuestro relacionamiento, esta es una habilidad que podemos desarrollar.
Entonces ¿Cómo ser empáticos?
Te compartimos la definición con la que coincidimos de Brené Brown, una de las investigadoras que nos inspira en este ámbito, quien considera que ser empático está enmarcado en regalarse la oportunidad de escuchar e implica al menos cuatro capacidades:
a. Tomar la perspectiva de la otra persona y admitir su punto de vista como válido y real.
b. Alejarse de los juicios de valor acerca de lo que dice o piensa el otro.
c. Identificarse con la vivencia emocional de la otra persona.
d. Reconocer la emoción de la persona y aceptar respetuosamente la expresión verbal de esa emoción compartiéndola con el otro.
Estos mismos elementos los puedes aplicar con tu equipo de trabajo. Cuando hay empatía partimos de valorar la diferencia, de aportar a que el otro comprenda que está en un lugar seguro cuando se siente vulnerable. También, te comprometes a hacer preguntas abiertas con el ánimo de entender, evitas los juicios y pasas del YO al nosotros, lo que permite el logro de conexiones profundas entre todos sus integrantes.
Así que ya sabes, una de las buenas noticias es que, si queremos mejorar nuestras relaciones, la empatía es una emoción que todos tenemos a la mano, por lo tanto, podemos activarla y desarrollarla. ¿Quieres saber cómo? Escríbenos.
Un saludo muy especial para ti,
Equipo Inspirare
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